domingo, 31 de mayo de 2009

Ernesto Laclau: "El Populismo no amenaza a la democracia"

Ernesto Laclau trajo a Rosario "La razón populista", una teoría que plasmó en un libro en 2005 y que ahora recobra pertinencia en relación a la experiencia política kirchnerista.

   Graduado en historia en la UBA y militante de la izquierda nacional —junto a Abelardo Ramos— hasta 1969, Laclau empezó a construir su enorme prestigio mundial desde que publicó "Política e ideología en la teoría marxista".

   Vive entre Inglaterra y Buenos Aires, y ayer llegó a la sede de Gobierno de la Universidad Nacional de Rosario invitado por Agustín Rossi, candidato a diputado nacional por el Frente para la Victoria. "A los santafesinos les sobran motivos para votar a Rossi", alentó Laclau desde un estrado donde se sentaron, además del propio dirigente, el vicerrector de la UNR, Eduardo Seminara, y Juan José Giani, ex concejal y analista de temas filosóficos y políticos.

   En la actualidad, Laclau da batalla política con su reformulación del populismo, al que define como "un modo de construir lo político" y lo aleja de toda determinación negativa. "Hay populismos democráticos y progresistas, como el de Hugo Chávez, Evo Morales, y el propio Néstor Kirchner; también hay populismo de derecha, como el de Silvio Berlusconi", explica. Y en América latina "no fueron los populismos los que han venido a amenazar a las democracias", disparó.

   Si bien acepta que el "populismo es conceptualmente de difícil aprehensión", concluye que "el cemento social que une a los elementos heterogéneos que lo componen otorga centralidad al «afecto» en la constitución social". Y aquí hace contacto con la teoría freudiana, presente en Laclau: "El lazo social es un lazo libidinal", formula.

   Con su apoyo entusiasta a las experiencias políticas populistas latinoamericanas que hoy se realizan en un puñado de países, el autor de "La razón populista" advierte que la idea de populismo "estuvo siempre vinculada a un exceso peligroso", pero "nuestra tarea —dice Laclau— es afirmar que la lógica del populismo no es un fenómeno marginal sino que está inscripta en el funcionamiento de todo espacio comunitario".

   Ante quinientas personas en el auditorio de la calle Maipú, Laclau buscó sintetizar su muy original teoría política que desdramatiza la vaguedad del populismo y establece las "cadenas de demandas, el significante hegemónico y la comprensión de los procesos políticos siempre entre dos polos dicotómicos: movilización popular por un lado, y pura administración de las instituciones por el otro".

   Sin embargo, no todo fue sofisticación teórica en la exposición —luego respondió preguntas— de Laclau. "El acto de la mesa de enlace en el Monumento a los Españoles (en 2008, en Buenos Aires) tomó al «campo» como significante hegemónico (elemento aglutinante) para manifestar su oposición al gobierno popular. La mayoría de los asistentes no fue por la cuestión específica del «campo»", ejemplificó, y arrancó el primer aplauso cerrado de la platea.

   Para el invitado de fuste, que con sus 73 años ayer brilló en Rosario, recién en los últimos 20 años han comenzado a converger las dos tradiciones, "nacional-popular y la liberal democrática", pero audaz, provocativo, Laclau planteó que resulta "una falacia hablar de reelección y autoritarismo. Estoy totalmente de acuerdo con la reelección indefinida. Escucho que la oligarquía dice (por Chávez) «se perpetúa en el poder». Y yo digo, si no lo votan, no hay perpetuación".

   Luego detalló que Francia, Inglaterra y Alemania, entre otros grandes países, tienen, acorde a sus sistemas políticos, reelecciones indefinidas.

   Lejos de criticar al "clientelismo" político, en especial de los sectores más empobrecidos de la sociedad con el líder político —aquello que caracteriza al peronismo—, Laclau despliega su teoría sobre el representado y el representante. Y en ese vínculo de supuesto clientelismo, Laclau valora que "el representante ayuda a la integración de sectores que están fuera del sistema político. Aunque siempre deberá respetar la voluntad del representado".

   El teórico político lleva más de 30 años en Inglaterra, sin embargo, mantiene sintonía fina con el proceso político argentino, y ha mantenido contactos con la pareja presidencial. Por esa razón vive con gran expectativa el desenlace electoral del próximo 28 de junio. A propósito, relató una leyenda de la revolución rusa para explicar el momento político actual en la Argentina: "En la noche previa al 7 de noviembre de 1917 (cuando estalló la revolución bolchevique) Lenin y Trotsky estaban escondidos y preparándose para el gran día que iba a cambiar la historia del siglo XX. «¿Usted se imagina que puede llegar a pasar en el país si nos matan?», preguntó Lenin, y Trotsky contestó con otro pregunta «¿y usted se imagina qué puede llegar a pasar en el país si no nos matan?»". Haciéndose lugar entre una nueva ovación, Laclau pronosticó: "El 28 de junio no nos van matar". El Chivo Rossi, sentado a su lado, soñó y celebró.

   La palabra de Laclau estuvo precedida por la de Juan José Giani y la del propio Rossi. El ascendente pensador rosarino abrió la mañana preguntándose por la identidad de la centroizquierda. Y trascartón, señaló la extraña combinación que propone la derecha: "Consenso y ataques a los diputados oficialistas, ¿esa es la libertad que propone el liberalismo?".

   Respecto de las tareas pendientes de la centroizquierda, Giani advirtió sobre la enorme diversidad social de la Argentina y sobre el atraso en construir un sistema de representación eficaz.

   "¿Cómo es posible que estemos enfrentando un elección que se presenta difícil para el oficialismo cuando este gobierno aplicó un programa con un montón de aciertos, desde la perspectiva popular y de la centroizquierda?", interrogó.

   Por su parte, Rossi celebró el enorme gesto con que lo honró Laclau. Y llamó a defender "la opción ya la tenemos construida, ahora nos toca seguir colocando ladrillo sobre ladrillo". El Chivo, además, se permitió reírse de los ataques que recibió por parte de productores rurales en la última semana, "Ernesto, viste que no tenías que ponerte un casco para venir a Rosario", le dijo al visitante, y estalló el auditorio.

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